lunes, 24 de agosto de 2009

La huída (Desesperación II)

Cuando casi había llegado, me di cuenta de que había olvidado las llaves del coche en la maldita habitación del motel, y supe que tendría que volver a verla de nuevo, la verdad no me hacía ninguna gracia y menos sabiendo, que posiblemente la policía ya estuviera de camino hacia allí.

No sabía cómo, pero estaba seguro de que todo era una burda trampa para que la policía me trincase. Fuese quién fuese el genio de ese macabro plan, quería verme entre rejas. Estaba claro que conocía ese pasado que tanto me costó dejar atrás, y que ahora, arremetía de nuevo contra mí como un tren de mercancías.

Tras volver a buscar en los bolsillos del pantalón, me di cuenta de que algo me pesaba en el bolsillo de la chaqueta, introduje la mano y allí estaban, las llaves de mi flamante Dodge Challenger R/T del 70, un pequeño capricho que me había traído de mi estancia en los Estados Unidos.

No lo pensé dos veces, subí al coche y huí de aquel lugar lo más rápido que pude.

2 comentarios:

  1. Buena continuación. Buena trama y buen coche.
    Sammael se toma sus venganzas con la tranquilidad del que sabe que vivirá una eternidad.
    Pero el resto de los mortales ya queremos saber algo más de esta historia.
    Saludos.

    ResponderEliminar
  2. ¡Vaya herencias que me deja El Susurrador!
    A mí que me gusta más la novela negra que a un tonto un lápiz.

    Si no te importa me paso por aquí de vez en cuando a ver cómo sigue esto...

    ResponderEliminar

El mal quiere venganza. Cuidado con lo que dices.